Mi abuelo tenía un taller que consistía en una mesa de trabajo y armarios con herramientas.
Lo vi trabajar algunas veces con armas que arreglaba, armaba o pulía.
No me daban miedo los rifles ni las pistolas, pero tampoco me atraían tanto como para tomarlas, aunque siempre me parecieron bellas por brillantes y poderosas.
Recuerdo a mi abuelo trabajando cuidadosamente sobre esos encargos y mi relación amor/odio por las armas se me complica aun más.

Al final son las manos.
Un arma puede ser tantas cosas.


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