Querido Diario:

Hoy fue mi primera clase de natación.
Sí, querido diario, estoy aprendiendo a nadar.
Entre esto, mi manejo del esperanto y mi dominio del conteo silábico de mis pensamientos, me comeré al mundo.
Todo esto de la nadada ha sido una experiencia nueva y excitante.
El uso de los vestidores fue algo complejo al principio, porque por cierto recato a las niñas que toman clase en mi horario, me tuve que envolver en una toalla para quitarme la ropa interior y poder usar las retaderas.
Encontré un traje de baño mo-ní-si-mo que hace juego con mis huaraches y me llega hasta las rodillas.
El instructor es un señor bonachón que nos tuvo mucha paciencia pues más parecía una clase de terapia física que de natación.
No me sentí tan agotada en la alberca como pensé, pero cuando salí de ella, jijiji, no me podía mover.
Vestirme fue otro show, pero lo conseguí sin agraviar la vista de nadie.
Con la nadada y una buena dieta, chingao, me voy a poner buenísima, ya lo verás, querido diario.

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