Estoy de vacaciones.

Resulta que el terreno donde se ubica mi casa ha tenido desde el principio problemas de compactación, por lo tanto, desde hace cuatro años, cada año mi casa padece una fractura. Al principio estábamos indignadísimos, intentamos demandar, buscar los medios para la solución de nuestro problema, pero no fue posible porque mientras me cumplieran con la garantía, yo debía estar contenta.
Y en realidad aprendí a estar contenta y dejar de estresarme por esas cosas, por más que el techo de la casa amenazara por caerse encima. Bueno, ni tanto, unas cuantas fracturas que cada vez son menos graves y que a mí me resultan muy convenientes porque me mandan al menos un par de semanas de vacaciones.

Y aquí estoy, en una suite muy cómoda, felizmente instalada. Llego cada tarde del trabajo y encuentro limpio, alzado, las camas tendidas, los baños impecables… ¿son o no unas vacaciones geniales? Yo con eso me conformo.

Sólo tengo un problema: El síndrome de abstinencia.
Pero ya me las arreglaré en el ciber que está junto a las suites.

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