Los estudiantes de tercero acaban de discutir sobre las características del ser humano.
Cuestionan lo que han escuchado y comentan sobre lo que uno de ellos llama "supuesta conformación natural" de la familia.
Hay quien se aventura a decir que la familia nuclear funciona por mera tradición y que las tradiciones son sociales, no naturales.
En algunos ojos, pocos, brilla una chispa que uno comienza a distinguir como la chispa de "la pregunta".
El tema concluye, pero algunos continúan discutiendo al fondo del salón. No se dan cuenta de la importancia que tiene esa discusión y las implicaciones que sus razonamientos pueden tener en la conformación de la sociedad en la que viven y en la que tendrán que participar.
Luego me pongo pesimista y pienso que son apenas unos chicharitos en un océano inmenso. Pero me vuelvo a mis creencias (que sí tengo, nomás que no creo en ellas) y busco fe.
No sé a qué santo rezarle que por favor estos chicos no dejen nunca de asombrarse y cuestionarso, y si lo consiguen, que sigan defendiendo sus opiniones, aunque sean contrarias a las que todos aceptan como ciertas.

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