Parte 2

Un día, a un creativo de Televisa le encomendaron la tarea de desarrollar un guión de telenovela infantil.
Como andaba escaso de ideas rescató de sus recuerdos una película de Juliancito, luego se acordó con nostalgia de E.T. y Baterías no incluídas. Metió todo en su licuadora neuronal, se lo tragó y vomitó una novelita llamada “Pablo y Andrea”.
Mis hijos fueron secuestrados por la televisión desde hace un par de meses, gracias a dicho engendro. Nos parecía imposible llegar a recuperarlos algún día. Pero finalmente la tortura terminó el lunes, para gozo de Fefé y mío.
Para intentar reducir los efectos nocivos de la exposición a tan dañinos elementos, les compré un libro.
Se los ofrecí y William dijo “Está muy largo, no me gusta”.
Pues qué pena, le contesté, porque este libro es mejor que "Pablo y Andrea". En este libro aparecen cementerios a medianoche, gatos muertos, viajes a islas desiertas y hasta un asesinato.
William, acostumbrado a la higienizada producción cinematográfica infantil, preguntó “¿Un asesinato? ¿En un libro para niños? ¡Órale!”
“Léelo tú mismo.”

Antier empezamos.
Harry se adormece en mis brazos mientras William se desternilla de risa y dice “Sí que es simpático este Tom Sawyer.”

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