Alguna vez, en alguna visita a una feria local, disfrutaba de unas deliciosas fresas con crema mientras veía los puestos de cobijas, vajillas y "tu nombre en un grano de arroz". Entre los puestos, los changarros de comida: papas fritas, banderillas, hamburguesas, tacos, hot dogs... Después de los puestos, le seguía la exhibición de animales: palomas, conejos, vacas y borregos.
Los diferentes aromas combinados me causaron unas náuseas horribles y no pude volver a comer fresas con crema durante unos años.
Me recuperé lentamente del incidente.
Me sentía plenamente satisfecha de mis progresos en el campo de la separación de olores, sabores y contexto.
Hasta hoy.
Había tres cajitas de fresas congeladas y un litro de crema en el refrigerador.
¿Qué más puede hacer una mujer sola en un domingo por la tarde, sino comer y ver televisión?
Todo iba perfectamente bien. El litro de crema a mi lado y las fresas en mi boca. Si percibía que las fresas estaban demasiado azucaradas, agregaba más crema. No me pregunten por qué. Funciona. Crea un cierto balance en los niveles de dulzura.
Y digo que todo iba bien, porque veía en la tele "100 greatest kid stars" mientras me congratulaba de no haber sido descubierta a temprana edad.
El problema fue ver quién ocupaba el primer sitio.
Sí, fue lindo eso de acordarse de "What you talking about, Willis?"
Pero ver a Gary Coleman cincuentón fue como volver a estar en la feria.
No fue agradable.
Auguro nula presencia de fresas con crema en mi vida por los próximos cinco años.
Y ya tiré el medio litro de crema que quedaba.

Comentarios

Anónimo dijo…
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