Pese a toda la parafernalia, mercadotecnia y millones de adeptos alrededor del mundo, me he mantenido fiel.
He sido fiel desde aquel aciago día en que Michelle, que trabajaba en una línea aérea, se encontró el primer libro de la saga en el asiento de un avión.
Han pasado algunos años y sigo siendo lectora e inútil promotora de Harry Potter. Y digo inútil porque tengo dos clases de auditorio: Un 70% que ya son fans y un 30% que piensa que Harry es joto.
No me han importado los detractores: mis hijos y yo somos asiduos a las pantallas, también, no importa qué tan malas hayan sido las películas. “El prisionero de Azkaban” se salva.
Hace un par de días pudimos disfrutar “El cáliz de fuego”.
Alex y Darío la pasaron pegados a sus asientos. Alex, incapaz de probar las palomitas, y Darío, engulléndolas entre gritos de júbilos al final de cada escena.
Al término de la película se notaron algo confundidos. Darío describió muy bien sus emociones: “Esta película hizo que mis pies y mi corazón se sintieran muy raros”.
Alex estaba contrariado y asustado.
Decía Gianni Rodari que si al niño lo aterroriza el cuento, no es el lobo de la historia la causa, sino el lobo interno.
A Alex lo confunde la muerte y nos tortura con preguntas que somos incapaces de responder.
Sus dudas no son sobre qué hay más allá de la vida y la muerte, sino la imposibilidad de imaginarse la muerte y pensar si morir es igual a nunca haber existido.
Si alguien puede ayudarnos con el tema, lo agradeceré.

Reflexiones
* Harry Potter ya tiene pelitos.
* Gary Oldman es la neta.
* Hermione está en edad de merecer. (Mis alumnos dixit)
* Cualquier wey con barba y bigote blanco es Dumbledore. (Kabeza dixit)
* “Yo, hasta que la dirija Tarantino, iré a ver una película de Harry Potter”. (La Shelle dixit).
* “Harry Potter is a fag” (Erick Cartman dixit).

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