MAMÁ: ¡Aaaaaaleeeex!... Diez minutos más y te metes a la casa.
ALEX: ¿Quieres que me meta en 600 segundos?
(La madre se queda pensativa incapaz de hacer cuentas).

Alex finalmente se mete a la casa y la madre lo ve caminar de aquí a allá con un ritmo desordenado. Después de mirar detenidamente, se da cuenta que no es exactamente desordenado. Alex camina por la cerámica como si fuera el caballo de ajedrez. Dice que mañana caminará como el alfil.

Darío está decidido. Nada lo puede detener. Su convicción es más profunda que su habilidad. Su fé mayor que su miedo.
Dice que este año sí le quitamos las llantitas entrenadoras a su bicicleta. Y me jura y perjura que no llorará frente a la alberca en el curso de verano.

* * * * *
Sí.
Albercas en curso de verano. Justo como mi madre hizo conmigo para que llegara cansada y muerta de hambre a casa.
Si eso ayuda a disminuir los cálculos ociosos de Alex y aumenta la seguridad de Darío, yo me apunto.

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